diumenge, 27 de novembre del 2016

Per a reflexionar

Xavier Vila: «La situación del catalán en las islas es frágil»

El profesor destaca el necesario «compromiso personal» de los catalanohablantes, además del de las instituciones, para favorecer la lengua

18.11.2016 | 09:28
Xavier Vila i Bernat Joan, presentador de la charla, ayer, en el Club Diario.
Xavier Vila, profesor del departamento de Filología Catalana de la Universitat de Barcelona (UB), participó ayer por la noche en la tercera sesión del Curs Eivissenc de Cultura, organizado por el Institut d´Estudis Eivissencs en el Club Diario. Vila, que pronunció
la conferencia ´Situació social de la llengua catalana: Marc general´, afirma que la situación de esta lengua es «compleja y delicada».
-En breve, ¿cuál es la situación social del catalán?
-Compleja, delicada y muy diferente en función del territorio. Tiene serio peligro en algunos, pero puede aspirar a la plena normalidad.
-Para eso harán falta cambios.
-Sí, y querrás que te los diga.
-Sí, era la idea.
-En primer lugar hay que actuar en el mundo de la oficialidad. El catalán debería tener el estatus de preeminencia que le corresponde a una lengua histórica en su territorio. Si está subordinada, es prescindible y si algo es prescindible te deshaces de ello.
-Sobre todo si no le tienes cariño.
-Incluso si se lo tienes. La Constitución dice que hay una lengua obligatoria, el castellano, y las otras son optativas. Si queremos que nuestra lengua tenga perspectivas de futuro, debe ser la primera lengua oficial en el territorio donde ha vivido mil años. En el mundo socioeconómico, gran parte de la legislación hace que una de las lenguas sea prescindible y la otra, imprescindible. Volvemos a lo mismo. El catalán tiene una masa de consumidores potenciales suficiente para tener medios de comunicación orales, escritos y audiovisuales. La Constitución dice que los medios públicos deben respetar el pluralismo lingüístico y no lo hacen.
-¿El único espacio en el que aún goza de salud es la educación?
-Es donde ha logrado una cierta tranquilidad y comodidad. Es el único ámbito que permite bilingüizar adecuadamente a la población. Si hacemos experimentos para reducir su presencia en el único lugar que le da un poco de oxígeno, el resultado es que se la sigue ahogando.
-¿Experimentos como más horas de lengua extranjera y menos de catalán?
-Sí. Creer que las lenguas se aprenden sólo en la escuela es un disparate. La escuela es un elemento más dentro del sistema de aprendizaje y formación. Ahora los focos de aprendizaje del catalán fuera del colegio han disminuido. Si juegas a mermar las horas de catalán en la escuela lo único que sacas son más dificultades para que la gente aprenda, pero tenía más cosas que decirte antes.
-Dígame.
-Las lenguas se aprenden en sociedad, para ello debe haber rutinas y comportamientos que lo faciliten. En los últimos cien años se ha introducido una norma: cuando sospechamos que la persona que tenemos delante no habla catalán...
-Cambiamos de lengua.
-Sí, esto es nefasto para que alguien aprenda una lengua. Imagina que intentas aprender alemán, te vas a Alemania, notan el acento extranjero y como la gente es muy simpática...
-Te habla en inglés.
-Efectivamente, y no aprendes alemán. En una sociedad marcada por la inmigración y el turismo, esto es letal. Una cosa es ser simpático y acoger a la gente en tantas lenguas como sea posible y otra que quienes vengan de fuera no tengan la sensación de que deben hacer un esfuerzo para integrarse lingüísticamente. La lengua es prescindible, no está en los medios, a las autoridades parece que les sobra... ¿qué hace el recién llegado? Cree que esta gente no quiere su lengua y que ésta no sirve para nada. Debemos darnos cuenta de que el catalán está en una situación de estrés.
-¿Y los catalanoparlantes?
-También. Cuando intentas hablar en catalán en todos los ámbitos, si vas al médico y no te entiende, si vas a la tienda y no te entienden... Estás siempre en un dilema: o haces militancia, que cansa, o agachas la cabeza, lo que refuerza la sensación de sumisión y prescindibilidad de la lengua. [Explica por teléfono que está en plaza de Catalunya]]
-Pero es que nos han hecho creer que cambiar de lengua es lo que debe hacer alguien educado.
-¿Quiere eso decir que los castellanoparlantes son unos maleducados porque no aprenden catalán? Esta idea de la educación es divertida. Quienes no tienen el catalán como primera lengua, ¿son mentalmente inferiores? ¿No tienen las mismas capacidades intelectuales que todos? Sí, por tanto, pueden aprender lenguas. ¿Cómo se aprenden? Utilizándolas. Es casi racista pensar que ellos no podrán y que yo sí puedo. Ciertamente es una cuestión de educación: nos han educado para que lo creamos.
-¿Entonces?
-Nos tenemos que reeducar. También pensábamos que era educado que las mujeres se levantaran a retirar la mesa después de comer, que las niñas se sentaran con las piernas juntas o que las señoras no hablaran de política. Había muchas cosas de buena educación. Tenemos que cambiar el concepto de bien y mal educado. Tras 40 años viviendo en un lugar, esforzarte para empatizar con tu vecino debe ser un síntoma de mala educación, ¿no?
-Hay extranjeros que viven aquí hace décadas y no hablan ni catalán ni castellano.
-Es una cuestión de poder, de organización social y de hacer entender las cosas. Si queremos que el catalán desaparezca de Balears, vamos bien. Hagámoslo prescindible, folclórico, digamos que lo queremos mucho pero no lo usemos... ¿Qué pasará? Que es una lengua problematizada, conflictiva y que no sirve para nada.
-¿Se conoce más de lo que se habla?
-Sí, pasa con todas las lenguas. Tú y yo podríamos hablar en dos o tres lenguas más y lo hacemos en una. El reto es que mucha gente que tiene un conocimiento limitado empiece a usarla porque mejorarán su conocimiento y actitudes. [Sube a un autobús y habla con el chófer] Acaba de pasar lo que decía. El conductor sabe un poco, le he mantenido el catalán y lo ha hablado. Hace falta un compromiso individual, no sólo de las instituciones, y que las empresas vean que le sale a cuenta usar la lengua.
-Decía que la situación depende del territorio. ¿Cuál es en las islas?
-Tenéis una situación más frágil de lo que la gente cree, una dificultad tremenda para captar hablantes.
-¿Porque la gente está de paso?
-No creo. Igual una parte sí, pero hay otra cuestión. Cuando la gente que vino de la Península y la de la isla empezaron a relacionarse, los autóctonos no pusieron en duda que el castellano era la lengua de comunicación con los recién llegados. La gente que ha venido de la Península da por hecho que puede vivir en monolingüe, como si estuvieran en Albacete. Lo tienen interiorizado, no es mala fe. Baja el número de hablantes de catalán porque el que llega no se integra.
-¿Usted es optimista o pesimista?
-Intento ser objetivo, ver los datos. Un mundo con diversidad lingüística es mejor que uno con dos o tres grandes lenguas. Debemos ser capaces de dar la vuelta a las tendencias negativas. Para eso es necesario crear proyectos compartidos. No se aprende una lengua sólo porque el abuelo la hablaba, sino porque forma parte de un proyecto de futuro ilusionador. Esto va ligado al modelo de sociedad. Si tienes una sociedad con salarios bajos, trabajos precarios, discontinuidad en la ocupación, pobreza energética.... Difícilmente puedes animar a nadie. También pecamos de poner las cosas fáciles: «Pobrecito, ha venido de lejos y hay que ayudarle». La gente no valora lo que no cuesta.

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